EL CEMENTERIO: LEGADO DE MEMORIA Por Lis Solé

El 2 de noviembre es el Día de los Muertos, un día que hasta hace no muchos años era un Día de Silencio; una jornada inefable, impregnada de recuerdos y ocupada en la infaltable visita hasta el Cementerio a llevar flores, limpiar tumbas, recordar seres queridos, el rostro de nuestros padres… Era un día de solemnidad, un día feriado, de recato total ya que ni ruidos podía hacerse y en las radios, sólo se escuchaba música sacra. Iban grandes y chicos. Los más grandes señalaban cada una de las tumbas familiares y amigos y después de rezar por ellos, mientras se cambiaban flores o cepillaban lápidas, se recordaban con amor infinidad de anécdotas en las que participaron los fallecidos. Recorriendo el Cementerio, se conocía gran parte de la historia familiar; Caminando sus pasillos se abría un diálogo entre el pasado y el presente; los muertos interpelaban con ejemplos de trabajo, sucesos y legados que se reflejaban en el presente de sus hijos y nietos.

Los Cementerios no sólo son el lugar de descanso de almas, es un sitio cargado de simbolismos ya que cada una de las tumbas, más allá de las historias individuales que representan, son un testimonio social y cultural; sus inscripciones y epitafios no sólo reviven vínculos familiares sino ideales y formas de vida, costumbres y valores. El Cementerio no es sólo tumbas que pueden ser manipuladas o intervenidas burocráticamente. Tampoco es un espacio educativo ni un museo al aire libre. El Cementerio es un lugar de recogimiento y respeto. Es memoria, es legado que debe ser cuidado, visitado, preservado y honrado por sobre todas las cosas.

Una respuesta a “EL CEMENTERIO: LEGADO DE MEMORIA Por Lis Solé”

  1. Muy claro. Era así. Como muchas otras buenas costumbres, se han ido perdiendo. Esto es modernidad?…es mejor?…lo nuestro,es solo nostalgia?… SIN RESPUESTA.

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